En 1996 Jean-Pierre Doutre, hijo de generaciones de viñateros del sur de Francia, embarca un sueño decidido en llevar su conocimiento y pasión por la viticultura a Tupungato. Le atrajo una pequeña región, ahora conocida como Gualtallary. Veía como se descollaba como un terroir distinto del Valle de Uco, luciéndose no sólo por su mítico suelo sino también por esas predominantes pendientes que se nutren de nuestra Cordillera Andina albergadas por ese Sol Mendocino de punta a punta.
A base de una precisa selección de clones el viñedo se hizo referente en la región. Supo esparcirse y extenderse alrededor de una singular unidad productiva, siempre manteniendo esa atención al más pequeño detalle para así encadenar cosechas superlativas año tras año sin sacrificar su calidad ni estética. El impulso en innovar consagra al viñedo como pionera en producción vitivinícola consiguiendo ser elegida y elogiada por las más prestigiosas bodegas del país.
Tras años moldeando una manera de trabajar, la familia Doutre decide elaborar sus propios vinos traduciendo esa identidad del viñedo a sus botellas. Elige dos de las cepas mas bendecidas de la zona, el Malbec y el Cabernet Franc. La primera, asentada dentro de la historia de Mendoza, y la última, emergiendo en el distinguido y galoneado Gualtalary. Ahora agrega un Chardonnay representativo de la frescura de una región que no cesa en revelarse.
Así abrimos nuevos capítulos de pequeñas elaboraciones dentro de un gran Domaine.
Finca Doutre 1998